Mi vida esta pendiente de una rosa
Porque es hermosa y aunque tenga espinas
Me la voy a llevar a mi casita porque es
Bonita mi rosa momposina
Tienen sus ojos la dulce ensoñación
De mi linda región y por eso yo la quiero
Ella me a dado toda la inspiración
A mí linda canción porque ella
Es mi lucero... ay
Pero si llega el otro jardinero aunque me
Diga que es puro banqueño no le permito
Ni que me la mire porque el ya sabe
Que yo soy su dueño
Momposina, ven a mi ranchito
Momposina, es para quererte
Momposina, hay lindo lucerito
Momposina, yo quiero tenerte

Mi vida esta pendiente de una rosa
Porque es hermosa y aunque tenga espinas
Me la voy a llevar a mi casita porque es
Bonita mi rosa momposina
Tienen sus ojos la dulce ensoñación
De mi linda región y por eso yo la quiero
Ella me a dado toda la inspiración
A mí linda canción porque ella
Es mi lucero... ay
Pero si llega el otro jardinero aunque me
Diga que es puro banqueño no le permito
Ni que me la mire porque el ya sabe
Que yo soy su dueño
Momposina, ven a mi ranchito
Momposina, es para quererte
Momposina, hay lindo lucerito
Momposina, yo quiero tenerte
Momposina, ven a mi ranchito
Momposina, es para quererte
Momposina, hay lindo lucerito
Momposina, yo quiero tenerte


Se llamaba Edit Cabrales. Ella, como el 95 por ciento de todo lo que entraba a El Banco, llegó por río, en uno de los tres o cuatro vapores que atracaban a diario en ese ardiente poblado, en límites de Magdalena y Bolívar. Era trigueña y delgada. Vestía con la elegancia y el recato de la época. Usaba peinado papindó y vestidos que le tapaban las rodillas, confeccionados en piel de angel, organdi y sedas importadas.

Sus amigas la fueron a recibir al muelle. Al día siguiente, varios jóvenes de El banco visitaron la casa de los Chinchilla, y Edit Cabrales estrechó por primera vez la mano de José Benito Barros, el hombre que la hizo conocer en casi todo el continente con el nombre de La Momposina.

Barros era un muchacho trigueño, muy trabajador, que por aquella época se la pasaba enamorando a las mujeres de su pueblo con una guitarra, y con los versos que improvisaba.

Fue por esa época cuando Edit Cabrales y José Barros se vieron por primera vez en la Calle de los Tamarindos, y no tardaron en tener amores. El muchacho, aunque de familia humilde, vestía con elegancia: traje de lino blanco y beige, zapatos del mismo color, camisa y corbata.

Se la pasaban juntos en fiestas y salían a pasear a los playones llenos de garzas y de pescadores. La Barra de Benito recibió un día una invitación para cantar en una hacienda a orillas del río. Ella los acompañó.

Pero como en casi todas las historias de amor, los celos llegaron con pasos imperceptibles a la vida de José Barros. Yudes Namen, otro joven de El Banco, también pretendía a Edit Cabrales, y no perdía oportunidad para acercarse a ella durante los bailes. José Barros en un arranque de celos se inventó, durante un baile, los versos de La Momposina, en los cuales menciona a su rival como el otro jardinero .

La momposina, sin embargo, no cedió a las pretensiones de Namen y de otros muchachos. Ella y José Barros fueron inseparables hasta el momento en que la joven abordó el barco de regreso a Mompox.

José Barros dejó de verla durante un año, porque a pesar de que Mompox quedaba a una hora por río, el compositor nunca fue a visitarla. Le enviaba cartas en los barcos que pasaban y esperó hasta el año siguiente, cuando ella regresó a El Banco a pasar vacaciones. Así transcurrieron tres años, hasta que José Barros, sin avisarle a nadie, ni siquiera a Edit Cabrales, empacó tres mudas de ropa en una maleta de cuero y se fue a buscar nuevos horizontes en un vapor que iba hacia Barranquilla. Edit Cabrales, dicen en El Banco, murió atropellada por un vehículo el 23 de noviembre de 1994. El día de su muerte, EL HERALDO tituló “Murió Momposina, la musa del maestro Barros”. Este, al conocer la noticia, recordó cómo había compuesto la canción. «Edith era una mujer muy linda, como la rosa de un jardín. Por eso me enamoré profundamente de ella, hasta el punto que fue la única novia a quien le compuse un tema». Sin embargo, su sobrino Héctor Angarita, quien me ha facilitado las fotos para este artículo, me aseguró que su tía Edith y el maestro Barros habían tenido un altercado, porque este afirmó en público que ella había sido su novia. «Mi tía le puso una tutela porque el maestro se enseñoreaba afirmando que él había cortado las más bellas flores de la región. A ella no le gustó, porque eso no era cierto».

Otro momposino famoso, Hernan Zajar, diseñador y modisto de fama mundial ha presentado varios de sus diseños en la Plaza de la Concepción, con el fondo del antiguo mercado, con la música de la Rosa Momposina, viendo pasar a las modelos con Mompox reflejado en cada uno de los diseños.
La rosa también tuvo un gran protagonismo. Zajar sacó vestidos con mucha influencia española, con rosas rojas bordadas. Fue este el homenaje a la Rosa Momposina, a Edith Cabrales, una prima hermana de Cecilia, su madre, a quien el compositor José Barros dedicó está canción.